Hechos de los Apóstoles 2:1-47
Notas
Notas de estudio
Pentecostés. La palabra griega pentēkostḗ (que significa ‘[día] quincuagésimo’) se utiliza en las Escrituras Griegas Cristianas para referirse a lo que las Escrituras Hebreas llaman “Fiesta de la Cosecha” (Éx 23:16) y “Fiesta de las Semanas” (Éx 34:22). Se llevaba a cabo al final de un periodo de cosecha de siete semanas que incluía primero la cosecha de la cebada y luego la del trigo. Pentecostés se celebraba en el día 50 contado a partir del 16 de nisán, el día en que se ofrecía una gavilla de las primicias de la cosecha de la cebada (Le 23:15, 16). En el calendario hebreo, Pentecostés se celebraba el día 6 de siván (ver apén. B15). Las instrucciones relacionadas con esta celebración se encuentran en Le 23:15-21; Nú 28:26-31 y Dt 16:9-12. La Fiesta de Pentecostés atraía a Jerusalén a multitudes de judíos y prosélitos de tierras distantes, y tenía el propósito de animar al pueblo a mostrar hospitalidad y bondad hacia todo tipo de personas, sin importar su posición o sus antecedentes: libres, esclavos, pobres, huérfanos de padre, viudas, levitas o residentes extranjeros (Dt 16:10, 11). Por eso el Pentecostés del año 33 de nuestra era en Jerusalén fue una ocasión ideal para el nacimiento de la congregación cristiana, que tendría la misión de dar testimonio de “las cosas magníficas de Dios” (Hch 1:8; 2:11). Según la tradición judía, la Fiesta de Pentecostés correspondía con la época en la que los israelitas se reunieron en el monte Sinaí, recibieron la Ley y llegaron a ser la nación elegida de Dios. La Biblia dice que eso aconteció a principios del tercer mes (siván) (Éx 19:1). Tal como Moisés fue el mediador empleado por Dios para establecer el pacto de la Ley con Israel, Jesucristo fue el mediador que Dios utilizó para establecer un nuevo pacto con una nueva nación, el Israel espiritual.
idiomas. O “lenguas”. En la Biblia la palabra griega glṓssa puede referirse a la ‘lengua’ como órgano del habla (Mr 7:33; Lu 1:64; 16:24). Pero también puede usarse en sentido figurado para referirse a un idioma o a las personas que lo hablan (Ap 5:9; 7:9; 13:7). Esta palabra griega se emplea también en Hch 2:3 para explicar que se vio “algo similar a lenguas de fuego”. Estas “lenguas” que se posaron sobre cada uno de los discípulos, así como el hecho de que ellos hablaran diferentes lenguas o idiomas, dejaron claro que se había derramado espíritu santo.
su lengua materna. Lit. “nuestra propia lengua en que nacimos”. La palabra griega que aquí se traduce como “lengua” es diálektos (ver la nota de estudio de Hch 2:4). Es posible que muchos de los que escucharon a los discípulos hablaran una lengua internacional, quizás el griego. Y, en vista de que eran “judíos devotos”, tal vez también entendían los servicios religiosos que se hacían en hebreo en el templo de Jerusalén (Hch 2:5). Pero oír las buenas noticias en el idioma que habían hablado desde la niñez captó su atención.
provincia de Asia. Ver glosario, Asia.
prosélitos. Ver la nota de estudio de Mt 23:15.
vino dulce. O “vino nuevo”. La palabra griega gléukos, que solo aparece en este versículo de las Escrituras Griegas Cristianas, se refiere a un vino nuevo dulce que todavía se está fermentando.
la hora tercera del día. Es decir, cerca de las 9 de la mañana. En el siglo primero, los judíos dividían el periodo de luz del día en 12 horas (Jn 11:9). Este periodo comenzaba al amanecer, alrededor de las 6 de la mañana. Por lo tanto, la hora tercera sería alrededor de las 9 de la mañana; la hora sexta sería cerca del mediodía; y la hora novena, más o menos las 3 de la tarde. En vista de que la gente no tenía relojes precisos, normalmente las horas de los acontecimientos eran aproximadas (Jn 1:39; 4:6; 19:14; Hch 10:3, 9).
en los últimos días. Aquí Pedro cita de la profecía de Joel, pero por inspiración divina usa la frase “en los últimos días” en vez de la palabra “después”, que aparece en el texto hebreo original y en la Septuaginta (Joe 2:28 [3:1, LXX]). La profecía de Joel se cumplió cuando se derramó espíritu santo en la Fiesta de Pentecostés. De modo que el hecho de que Pedro usara la expresión “los últimos días” indica que este periodo especial ya había comenzado y que le seguiría “el grande y glorioso día de Jehová”. Al parecer, ese “día de Jehová” sería el punto final de “los últimos días” (Hch 2:20). Pedro les estaba hablando a judíos de nacimiento y a prosélitos, así que sus palabras inspiradas deben haber tenido un cumplimiento inicial en ellos. Su declaración aparentemente indicaba que los judíos estaban viviendo en “los últimos días” del sistema que tenía a Jerusalén como centro de adoración. Ya antes el propio Jesús había predicho la destrucción de Jerusalén y su templo (Lu 19:41-44; 21:5, 6). Esa destrucción tuvo lugar en el año 70 de nuestra era.
mi espíritu. La palabra griega pnéuma se refiere aquí al espíritu santo de Dios, o su fuerza activa. En este versículo se cita de Joe 2:28, donde se usa la palabra hebrea correspondiente, rúaj. Tanto el término hebreo como el griego comunican la idea básica de algo que es invisible al ojo humano y que da muestras de fuerza en movimiento. Ver glosario, espíritu.
todo tipo de personas. O “toda clase de carne”. Lit. “toda carne”. La palabra griega sarx (que con frecuencia se traduce como “carne”) se emplea aquí para hablar de seres humanos vivos. De modo que la frase “toda carne” normalmente se referiría a toda la humanidad (ver la nota de estudio de Jn 17:2). Sin embargo, en este contexto, tiene un uso más limitado. Dios no derramó su espíritu sobre todos los humanos que vivían en la tierra, ni siquiera sobre todos los humanos que vivían en Israel. Así que no se está hablando de todos los humanos sin excepción. Más bien, la frase se refiere a toda clase de humanos, sin distinción. Dios derramó su espíritu santo sobre hijos e hijas, jóvenes y mayores, esclavos y esclavas, es decir, sobre todo tipo de personas (Hch 2:17, 18). Se utiliza de forma parecida la palabra griega para “todos” (pas) en 1Ti 2:3, 4, donde se dice que la voluntad de Dios es que “toda clase de personas se salven”. Ver la nota de estudio de Jn 12:32.
profetizarán. La palabra griega profētéuō significa literalmente ‘proclamar’. En las Escrituras se refiere a dar a conocer mensajes que vienen de Dios. Aunque con frecuencia incluye la idea de predecir el futuro, ese no es su significado básico. Este término griego también puede referirse a revelar algo con la ayuda de Dios (ver las notas de estudio de Mt 26:68; Mr 14:65; Lu 22:64). En este contexto, el espíritu santo impulsó a algunas personas a profetizar. Al declarar “las cosas magníficas” que Jehová había hecho y haría, servían de portavoces del Altísimo (Hch 2:11). La palabra hebrea para “profetizar” comunica una idea similar. Por ejemplo, en Éx 7:1 se dice que Aarón serviría de “profeta” para Moisés en el sentido de que sería su portavoz, no en el sentido de que predeciría acontecimientos futuros.
mayores. O “ancianos”. Aquí el término griego presbýteros probablemente se refiere a hombres mayores en sentido físico, en contraste con los jóvenes que se mencionan antes en este versículo. En otros contextos, el mismo término griego se refiere a los que ocupan un puesto de autoridad y responsabilidad en una comunidad o en una nación (Hch 4:5; 11:30; 14:23; 15:2; 20:17). Ver la nota de estudio de Mt 16:21.
cosas impresionantes. O “portentos presagiosos”. En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra griega téras suele usarse junto con la palabra sēméion (“milagro”, “señal”), ambas en su forma plural (Mt 24:24; Jn 4:48; Hch 7:36; 14:3; 15:12; 2Co 12:12). En esencia, téras se refiere a cualquier cosa que asombra o impresiona. Cuando queda claro que este término se refiere a algo que presagia lo que ocurrirá en el futuro, la nota de estudio presentará la traducción alternativa “portento presagioso”.
Jehová. Aquí se cita de Joe 2:31. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH. Ver apén. C.
Jehová. Aquí se cita de Joe 2:32. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH. Ver apén. C.
el Nazareno. Ver la nota de estudio de Mr 10:47.
cosas impresionantes. O “portentos presagiosos”. Los milagros que Jesús realizó con la ayuda divina demostraron que había sido enviado por Dios. Esas resurrecciones y curaciones milagrosas también anticiparon o presagiaron lo que Jesús hará a mayor escala en el futuro. Ver la nota de estudio de Hch 2:19.
voluntad. O “consejo”. Aquí se usa la palabra griega boulḗ, que también se puede traducir como “dirección”, “consejo” o “guía” (Lu 7:30; nota), o como “propósito” (Heb 6:17). Ver la nota de estudio de Hch 20:27.
los dolores de la muerte. Aunque la Biblia indica claramente que, después que una persona muere, ya no está consciente de nada ni siente ningún dolor (Sl 146:4; Ec 9:5, 10), aquí se dice que “la muerte” causa “dolores”. Probablemente se usa esta expresión porque se presenta la muerte como una experiencia amarga y angustiosa (1Sa 15:32, nota; Sl 55:4; Ec 7:26). Esto es cierto no solo porque antes de la muerte suele haber dolor (Sl 73:4, 5), sino también porque esta les roba la libertad a los que están en sus garras y les arrebata toda posibilidad de acción (Sl 6:5; 88:10). Al parecer, es en este sentido que la resurrección liberó a Jesús de “los dolores de la muerte”, desatándolo de sus crueles ataduras. Aunque la palabra griega que aquí se traduce como “dolores” (ōdín) se usa en otros casos para hablar de los dolores de parto (1Te 5:3), también puede referirse al dolor, la calamidad y la angustia en sentido general (Mt 24:8). La expresión “dolores de la muerte” se encuentra en la Septuaginta en 2Sa 22:6 y en Sl 18:4 (17:5, LXX). En esos versículos, el texto hebreo masorético dice “las sogas de la Tumba” y “las sogas de la muerte”. Es interesante notar que, en los manuscritos hebreos antiguos, que se escribieron sin vocales, el término para “soga” o “cuerda” (jével) tiene las mismas consonantes que el término hebreo para “dolor”. Puede que esto explique la traducción que se halla en la Septuaginta. De cualquier modo, las expresiones “dolores de la muerte” y “sogas de la muerte” comunican la misma idea general: la muerte es una experiencia amarga y angustiosa.
Jehová. Aquí se cita de Sl 16:8. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH. Ver apén. C.
yo. Lit. “mi carne”. Pedro introduce esta cita del Sl 16 con las palabras “David dice sobre él”, es decir, sobre el Mesías, Jesús (Hch 2:25). En este versículo (Hch 2:26) y en Sl 16:9, el texto griego y el hebreo utilizan el término para “carne”, que puede referirse tanto al cuerpo de una persona como a la persona misma. Aunque Jesús sabía que tenía que entregar su vida en sacrificio para pagar el rescate, vivía “con esperanza”. Sabía que su Padre lo resucitaría, que su sacrificio lograría rescatar a la humanidad y que su carne (su cuerpo) no sufriría corrupción o descomposición (Hch 2:27, 31).
no me dejarás. O “no dejarás mi alma”. En esta cita de Sl 16:10 se emplea la palabra griega psykhḗ para traducir la palabra hebrea néfesh, ambas traducidas tradicionalmente como “alma”. El salmista usa la palabra “alma” para referirse a sí mismo. En el día de Pentecostés, cuando les habló a los judíos de la resurrección de Cristo, Pedro le aplicó este salmo de David a Jesús (Hch 2:24, 25). Ver glosario, alma, y apén. A2.
la Tumba. O “el Hades”. La palabra griega háidēs, que quizá significa ‘el lugar oculto’, aparece 10 veces en las Escrituras Griegas Cristianas (ver Mt 11:23; 16:18; Lu 10:15; 16:23; Hch 2:27, 31; Ap 1:18; 6:8; 20:13, 14). En este versículo se cita de Sl 16:10, que utiliza el término hebreo correspondiente (She’óhl), también traducido como “la Tumba”. Por lo general, la Septuaginta utiliza la palabra griega Hades como equivalente de la hebrea Seol. En las Escrituras, ambos términos se refieren al lugar simbólico donde descansan los muertos. Para referirse a un sepulcro individual, en los idiomas originales se utilizan otros términos. Algunas traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo (señaladas con las referencias J7, 8, 11, 12, 14-18, 22 en el apén. C4) emplean en este versículo la palabra Seol. Ver apén. A2.
en tu presencia. O “delante de tu rostro”. Lit. “con tu rostro”. En esta cita de Sl 16:11, el texto griego traduce de forma literal el texto hebreo. La frase “con el rostro de alguien” es una expresión idiomática hebrea que significa ‘en la presencia de alguien’.
Dios. Los manuscritos griegos disponibles utilizan aquí la palabra Theós (“Dios”). Es interesante notar que algunas traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo (señaladas con las referencias J7, 8, 10 en el apén. C4) emplean en este versículo el Tetragrámaton.
uno de sus descendientes. A David se le prometió que uno de sus descendientes llegaría a ser la descendencia mesiánica que se predijo en Gé 3:15 (2Sa 7:12, 13; Sl 89:3, 4; 132:11). Esta promesa se cumplió en Jesús porque tanto su madre como su padre adoptivo eran descendientes del rey David. La frase griega que se traduce como “descendencia” o “descendientes” refleja una expresión idiomática en hebreo que literalmente significa ‘fruto de sus lomos’. En el cuerpo humano, los órganos reproductivos se encuentran en los lomos (Gé 35:11, nota; 1Re 8:19, nota). A los descendientes de una persona también se los llama “el fruto de la matriz [o “del vientre”, “del cuerpo”]”, y existen otras expresiones similares en las que “fruto” se refiere al producto de la reproducción humana (Gé 30:2, nota; Dt 7:13, nota; Sl 127:3; Lam 2:20, nota; Lu 1:42).
la Tumba. O “el Hades”, es decir, el lugar simbólico donde descansan los muertos. Ver la nota de estudio de Hch 2:27 y el glosario, tumba.
ni su carne sufrió corrupción. O “ni su cuerpo sufrió descomposición”. Jehová no permitió que el cuerpo físico de Jesús se descompusiera y se convirtiera en polvo como sí ocurrió con los cuerpos de Moisés y David, hombres que prefiguraron a Cristo (Dt 34:5, 6; Hch 2:27; 13:35, 36). Para que Jesús pudiera ser “el último Adán” (1Co 15:45) y un “rescate correspondiente” por toda la humanidad (1Ti 2:5, 6; Mt 20:28), su cuerpo carnal tenía que ser realmente un cuerpo humano. Y tenía que ser perfecto, porque debía ser presentado ante Jehová Dios como el precio que había que pagar para recuperar lo que Adán había perdido (Heb 9:14; 1Pe 1:18, 19). Ningún descendiente imperfecto de Adán podía pagar el precio que exigía este rescate (Sl 49:7-9). Por esta razón, Jesús no fue concebido de la forma habitual. De hecho, el propio Jesús, al parecer cuando fue a bautizarse, le dijo a su Padre: “Me preparaste un cuerpo” (Heb 10:5). Así es, Jehová le dio un cuerpo humano perfecto a Jesús para que pudiera ser sacrificado. Cuando los discípulos fueron a la tumba de Jesús, descubrieron que su cuerpo había desaparecido y solo quedaban las telas de lino con las que lo habían envuelto. Puede que Jehová hiciera desaparecer el cuerpo carnal de su amado Hijo antes de que empezara a descomponerse (Lu 24:3-6; Jn 20:2-9).
Jehová. Aquí se cita de Sl 110:1. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH. Sin embargo, como se explica en el apén. A5, la mayoría de las traducciones bíblicas no usan el nombre de Dios en lo que se conoce como el Nuevo Testamento, ni siquiera cuando se cita de las Escrituras Hebreas. Pero es interesante notar que en algunas ediciones del siglo diecisiete de la King James Version se emplea “the LORD” (“el SEÑOR”) con mayúscula y versalitas aquí y en otros tres versículos de las Escrituras Griegas Cristianas donde se cita de Sl 110:1 (Mt 22:44; Mr 12:36; Lu 20:42). Ediciones posteriores continuaron esta práctica. Como en esa traducción esa expresión se escribe así en las Escrituras Hebreas para indicar que en el texto hebreo original se usaba el nombre de Dios, el hecho de que se haga lo mismo en algunos casos de las Escrituras Griegas Cristianas indicaría que los traductores creían que ahí también se estaba hablando de Jehová. También es digno de notar que en la New King James Version, publicada por primera vez en 1979, se escribe “the LORD” cada vez que esa palabra sustituye al nombre de Dios en una cita de las Escrituras Hebreas. En español, la Nueva Traducción Viviente (2010) utiliza “el SEÑOR” en estos casos. Ver apén. C.
ejecutaron en un madero. O “fijaron en un madero”, “fijaron en una estaca”. Ver la nota de estudio de Mt 20:19 y el glosario, madero y madero de tormento.
Arrepiéntanse. La palabra griega que se utiliza aquí (metanoéō) puede traducirse literalmente como “cambiar de mentalidad”, lo que implica un cambio de modo de pensar, actitud u objetivos. Anteriormente, Juan el Bautista había estado “predicando el bautismo en señal de arrepentimiento para el perdón de pecados” (ver la nota de estudio de Mr 1:4). Este bautismo implicaba arrepentirse por haberse desviado de las normas de la Ley de Moisés; ese arrepentimiento preparaba al pueblo de Dios para lo que estaba por venir (Mr 1:2-4). Pero Pedro aquí señaló que, de acuerdo con el mandato de Jesús que se encuentra en Mt 28:19, el pueblo de Dios tendría que arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesucristo para que sus pecados fueran perdonados. En vista de que los judíos habían rechazado a Jesús como el Mesías, arrepentirse y demostrar fe en él era un nuevo elemento, esencial para buscar y recibir el perdón de Dios. Ellos podrían hacer pública su fe al ser sumergidos en agua en el nombre de Jesucristo. De esa manera simbolizarían su dedicación personal a Dios mediante Cristo. Ver las notas de estudio de Mt 3:8, 11 y el glosario, arrepentimiento.
Jehová. Los manuscritos griegos disponibles usan aquí el término Kýrios (“Señor”). Sin embargo, en el apén. C se explica que hay buenas razones para creer que en este versículo aparecía originalmente el nombre de Dios y que después se sustituyó por el título Señor. Por eso se usa el nombre Jehová en el texto principal. Por lo que se ve en Hch 2:33-38, en el versículo 39 Pedro se refiere a “la promesa” de que se derramaría espíritu santo, una promesa que se encuentra en Joe 2:28-32. Por lo tanto, la frase “para todos a los que llame Jehová nuestro Dios” parece reproducir las palabras que se encuentran al final de Joe 2:32. El texto hebreo de ese versículo emplea el nombre de Dios tres veces, y así especifica que es Jehová quien hace la llamada. Ver apén. C3 (introducción y explicación de Hch 2:39).
personas. O “almas”. La palabra griega psykhḗ, que tradicionalmente se traduce como “alma”, aquí se refiere a una persona viva. Ver glosario, alma.
a pasar tiempo unos con otros. O “a compartir cosas unos con otros”. La palabra griega koinōnía se refiere básicamente al hecho de ‘compartir’, ‘estar unidos a’, ‘tener participación con’, ‘ser compañeros de’ o ‘tener en común’. Pablo utilizó esta palabra varias veces en sus cartas (1Co 1:9; 10:16; 2Co 6:14; 13:14). El contexto de este pasaje muestra que ese compañerismo implica una amistad estrecha entre las personas y no que sean simples conocidas.
comer juntos. Lit. “el partimiento del pan”. Ver la nota de estudio de Hch 20:7.
todas las personas. O “todas las almas”. La palabra griega psykhḗ, que tradicionalmente se traduce como “alma”, aquí se refiere a una persona viva. Ver glosario, alma.
cosas impresionantes. O “portentos presagiosos”. Ver la nota de estudio de Hch 2:19.
en hogares diferentes. O “de casa en casa”. Aquí la preposición griega katá, tal como se emplea en la frase griega katʼ óikon (lit. “según casa”), puede entenderse en un sentido distributivo. Al parecer, en esos tiempos de necesidad, los discípulos se reunían y comían juntos en los hogares de diferentes hermanos en la fe que vivían en Jerusalén o sus alrededores. Ver las notas de estudio de Hch 5:42; 20:20.
Jehová. Los manuscritos griegos disponibles usan aquí la expresión ho Kýrios (“el Señor”). Sin embargo, en el apén. C se explica que hay varias razones para creer que en este versículo aparecía originalmente el nombre de Dios y que después se sustituyó por el título Señor. Por eso se usa el nombre Jehová en el texto principal. Ver apén. C3 (introducción y explicación de Hch 2:47).
Multimedia
Aquí se ve lo que se conoce como inscripción de Teódoto. Está grabada en una losa de piedra caliza de 72 cm (28 in) de largo y 42 cm (17 in) de ancho. Se descubrió a principios del siglo veinte en la colina de Ofel, en Jerusalén. El texto está escrito en griego y habla de Teódoto, un sacerdote que había “construido la sinagoga para leer la Ley y enseñar los mandamientos”. Se calcula que la inscripción es de antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, lo que confirma que había judíos de habla griega en Jerusalén durante el siglo primero (Hch 6:1). Algunos creen que la sinagoga que menciona es “la llamada Sinagoga de los Libertos” (Hch 6:9). La inscripción también dice que Teódoto era, al igual que su padre y su abuelo, arkhisynágōgos (“presidente de la sinagoga”), título que aparece varias veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Mr 5:35; Lu 8:49; Hch 13:15; 18:8, 17). Además, explica que Teódoto construyó habitaciones para alojar a los que iban de visita desde el extranjero. Es probable que este alojamiento fuera para judíos que visitaban Jerusalén, sobre todo para las fiestas anuales (Hch 2:5).
En el Pentecostés del año 33 de nuestra era “había en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones que hay bajo el cielo” (Hch 2:5). Cuando se derramó espíritu santo sobre los discípulos de Jesús, ellos empezaron a hablar en los idiomas de los judíos que estaban de visita en Jerusalén (Hch 2:4, 8). La multitud se quedó asombrada porque cada uno de ellos podía oír las buenas noticias en su propio idioma. Según Hch 2:9-11, había gente de 15 regiones diferentes. Muchos de los visitantes que se hicieron creyentes seguramente se llevaron con ellos las buenas noticias cuando regresaron a los lugares donde vivían. Estos lugares se muestran en el mapa y están numerados en el orden en el que se mencionan en Hch 2:9-11 (Hch 2:41, 44, 47).